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La metáfora se hizo real y habitó entre nosotros. La cortina de humo siempre es un argumento de unos y de otros. Un argumento curioso, que, a veces, parece ser cierto y otras, suena a tópico aburrido. Si se trata una noticia de un color, siempre hay alguien que dice: “es una excusa para no hablar del paro y la crisis económica”. Si se habla de asuntos de otro color, salen otros que dicen: “es una cortina de humo para que no se hable de Gürtell”. Por esta regla de tres o por esta ley no escrita, todo lo que no sea crisis o corrupción entra en la categoría de cortina de humo que busca quitarle peso a lo que de verdad importa. Pero, ahí está el problema, señoras y señores, ¿qué es lo que de verdad importa?

Un caprichoso volcán se tira una descomunal ventosidad y nos pone a todos en nuestro sitio. El volcán no es una cortina de humo de esas que creemos ver casi todos los días. El volcán, con todas sus consecuencias, es una cortina de humo y ceniza real. Así que ya lo ven, sí que existen las confabulaciones y las cortinas de humo. Existen los problemas turbios y las cosas oscuras y sí, también nos impiden volar.

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