La herida es el comienzo, Ed. Comuniter. Miguel Ángel Ortiz Albero
La herida es el comienzo del ángel. La herida me decepcionó. La herida me sedujo y la herida me acabó gustando mucho. El libro es la novela de un poeta y se podría discutir si es una novela en el sentido estricto. Su apariencia, el número de sus páginas y algún detalle más asi lo dicen. Yo tengo mis dudas. El autor también lo afirma, pero, por lo general, los autores no tienen ni idea de qué tratan sus libros.
Le herida es el comienzo es un libro peligroso para los que tienen una atracción inexplicable al vacío. Es, además, un libro de lectura difícil, pese al orden y la brevedad de sus capítulos. En muchos de estos fragmentos, un lector superficial -todos lo somos- diría aquello de «no ocurre nada». Sin embargo, la acción de este libro tiene una dimensión diferente, una fluctuación cadenciosa hacia el autoconocimiento. Podría decirse que si todo libro es una experiencia, este lo es especialmente. El autor consigue hacer sentir al lector una serie de sensaciones extrañas que existen dentro de nosotros, pero que hay que descubrir. Es decir, que sí que ocurren cosas, pero en otra dimensión, en otro espacio y en otro tiempo.
La metáfora es la gran arquitectura en la que se fundamenta la obra, la ciudad en la que suceden las cosas y hasta la acción en este libro. La meráfora lo es todo en La herida es el comienzo. Todo vale cuando las «últimas preguntas» son las primeras, cuando se vive después de la muerte. Sin embargo, el libro tiene también algo de Diablo cojuelo, de elogio de la amistad, de referencias locales cercanas, de teatro, de pintura, de arte y hasta de religión. ¿A quién no le han puesto una adoctrinadora mano en el hombro o, peor aún, en el codo? ¿Quién no ha asomado las punteras de sus botas a algún precipicio grande o pequeño? ¿Quién no ha soñado que cae? La herida es el comienzo sabe cosas nuestras que nosotros mismos no sabemos o que hemos olvidado. Por eso es literatura. Por eso es tan interesante. Leanlo.