Está claro. No tenemos tiempo, ni espacio para asimilar las ideas. Un periódico pisa al del día siguiente. Las noticias se suceden. Los telediarios necesitan contenido. Hace falta carnaza, cohetes que truenen alto y que tengan efecto en el veredicto absurdo de las audiencias. No da tiempo a demostrar las acusaciones, ni a defenderse de ellas. No da tiempo a seguir las informaciones ni a recordar si alguien fue absuelto por aquello que todos le atribuyeron. La presunción de inocencia es presunta. Todos tenemos un límite y una capacidad no infinita para recibir mensajes. La consigna que nos llega ahora está muy clara y muy bien preparada: la culpa es de los bancos. Ellos han sido los causantes de la crisis. Ellos deben dar ahora la cara y dejar de ganar tanto. Tenemos excusa, tenemos emisor, receptor y mensaje. Tenemos carnaza. Necesitamos que alguien pare la máquina y la interprete. Ellos son máquinas, yo sólo soy un maquinista.
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Hombre, pues algo de culpa sí tienen los bancos. Vamos, digo yo. Son ellos los que solicitan ayuda a los gobiernos, después de tantos años de gigantescos beneficios, años en los que no quisieron saber nada de esos mismos gobiernos. Cuando tengo beneficios, libre mercado. Cuando tengo pérdidas, que intervenga el Estado (o sino se va el sistema con todos los ciudadanos a la mierda).
En última instancia creo que la culpa de la crisis es de la estupidez y la codicia desmedidas. Y desde luego no creo que más liberalismo económico, más mercado libre y desregularizado y el libre despido contribuyan a mejorar la situación. Creo que esta crisis es producto de un imperfecto sistema de control de los desmanes del capitalismo. y desde luego, mientras existan los paraisos fiscales todo será una enorme hipocresía.