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david y goliUn año más, llega la Copa del Rey. Como siempre, equipos de Segunda División B se enfrentan con otros de Primera División. Inevitablemente, asistimos a una especie de cuento hortera en el que los modestos hacen de reina por un día con muy poco pudor. La actitud pequeña y servil de equipos que han luchado mucho para estar en estas eliminatorias me parece alarmante, deprimente y un mal ejemplo para los jóvenes deportistas en formación. He fantaseado alguna vez con una rueda de prensa previa a un partido de Copa del Rey en la que se pudiera escuchar al entrenador del equipo visitante en el Santiago Bernabéu o en el Camp Nou decir algo así:

-Hemos venido a competir. Por respeto a nosotros mismos y a todos los rivales que se quedaron en el camino, vamos a intentar hacerlo lo mejor que podamos. No me hizo ninguna ilusión que me tocara este rival. Nuestro objetivo es llegar lo más lejos posible y el sorteo nos ha tratado mal. Vamos a poner todo de nuestra parte. He prohibido los reportajes de mis jugadores en sus puestos de trabajo la semana previa al partido. No debería ser raro que uno de mis jugadores sea agente de seguros. No pasa nada. No somos la selección de San Marino. Mis jugadores ganan mucho dinero en Segunda B. Más que muchos funcionarios y muchas profesiones liberales. He prohibido a mis jugadores que hagan vídeos en el autobús y en el vestuario de nuestro rival como si fueran unos paletos que descubren la gran ciudad. No les permitiré que intercambien camisetas con los jugadores rivales. Son personas normales, quizá con un poco más de talento, fortuna o vete tú a saber qué. Lo único que les dejo traerse al vestuario es esfuerzo, trabajo, coraje y orgullo. Las camisetas, que se las compren en la tienda oficial o en un chino. Al rival debo decirle que no venimos de turismo, que si tenemos que hacer faltas, las haremos y que vamos a usar todas las armas que estén a nuestro alcance para que el partido sea complicado para ellos. No hemos venido a hacer el cuento de la Cenicienta un año más, ni a hacer turismo como un autobús de jubilados que viniera a ver el Museo del Prado. Hemos venido a poner en práctica un concepto en el que somos muy buenos: el respeto.

 

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