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Me encuentro a Julio Donoso en la presentación de un libro. El garito está abarrotado. Donoso apoya su barbilla en el bastón. Su bastón tiene forma de hacha. Me apetece preguntarle si lo usa como arma arrojadiza y si su bastón corta, pero me callo. No escuchamos casi nada. Es un recital que acompaña al nacimiento de un libro y una editorial. Libro utópico. Editorial utópica. Hablo a Donoso con claridad. Lo entrevisto. Le digo ¿quién eres, Julio? Él se empeña en venderme una mala novela que ha escrito sobre treinta  y ocho escalones. No tengo tiempo para malas novelas. Un tipo se gira y nos da conversación. Nos habla de Espronceda. Nos pone a prueba. Nos pregunta sobre poesía. Cree que somos estudiantes. Cree que Donoso y yo somos pareja. Le decimos que no. Aplaudimos porque la gente aplaude. Por lo bajo, le digo a Julio: «Donoso, cásate conmigo». Nos piden silencio y yo digo que nuestra conversación tiene más poesía que mil recitales. De Madrid recuerdo, de Madrid recuerdo. Le explico al tipo de adelante que Donoso es un poeta maldito. Donoso me dice en la barra que es un poeta incapacitado e inválido. Me habla de una revista, un panfleto de dieciséis páginas que se llama La herradura oxidada. Me pide un poema. Le digo sí, pero es no.  Donoso me habla de rumanos artistas y de otra novela y de una obra de teatro que está escribiendo. El tipo de adelante invita a Donoso a un vino. Yo le pido que recite su poema magnífico De Madrid recuerdo, pero no lo lleva en la memoria. ¿De qué conoces a los autores del libro? Donoso me dice «Saldaña, no te reconozco. ¿Has bebido?» No, Julio, nunca bebo. Tengo el verbo preciso que da la indignación. Lo veo todo más claro. Solo es eso. Le pregunto al poeta maldito incapacitado e inválido Julio Donoso. ¿Quién es el peor poeta de Zaragoza? Donoso, habla. Me responde: el peor poeta de Zaragoza soy yo.

 

El libro se titula Fragmentos desheredados y es la primera publicación de la Editorial La Caja de Cerillas. Los autores son Marcos Arjona y Alejandro Fle.

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