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Me llama la atención que mucha gente siga percibiendo el Festival de Eurovisión como algo que le afecta, algo propio en lo que se juega el honor patrio. Es muy llamativo que se diga «hemos quedado penúltimos». Eso quiere decir que nos identificamos con la intérprete y con todo el tinglado. Se da por supuesto que Eurovisión es un asunto original, que gusta a todo el mundo y en el que todos tenemos mucho que decir haciendo un comentario tonto sobre el la la la. Es uno de esos asuntos en los que todos nos creemos importantes. Eurovisión tiene confianza. La transmite y la genera. Confiamos en que nos entretendrá y en que será un tema divertido de conversación. Eurovisión existe porque nosotros lo creemos. Si un país pierde la confianza en Eurovisión, deja de mandar a su representante. Eso afecta a los demás. Existe la confianza en el sistema de votación, incluso en las partes más oscuras del mismo. Ya ven que la confianza es la base de todo, si unos cuantos dejan de fiarse, surge una crisis. Si desconfiamos todos, supongo que vendrá el Apocalipsis.

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