He aprendido algunas cosas viendo la película «La silla de Fernando», dirigida por Luis Alegre y David Trueba. La que más me ha llamado la atención es la diferencia entre el desprecio y la envidia. Dice Fernando Fernán Gómez, el protagonista de esta película, que en España no somos envidiosos sino que practicamos el desprecio. También he visto una teleserie española de éxito, la que más éxito tiene, en concreto. Hablo de Aída. Fernán Gómez tiene razón. Nos gusta reírnos de los ignorantes, de los iditas y de los marginados. Nos parece divertido que una persona no conozca la capital de Francia o que otra sea sucia e insoportable, que otro sea un yonqui y la otra una prostituta. Eso nos encanta. Así que no nos llega ni para tener envidia de los buenos. No queremos ser como ellos. Nos basta con despreciarlos. Lo que nos vuelve locos es subir a los altares a los imbéciles.
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Me encanta ese documental.