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Entré en Sephora pensando en la misión trascendental de la hache intercalada.
Tenía sed y comencé a beber el líquido que había dentro de los innumerables botes de colorines que llenan las estanterías.
Una señorita se acercó a mí y me dijo:
-¿Qué hace?
-Bebo.
-Pero eso no está permitido. Está usted bebiendo perfume.
-No. Me bebo los recuerdos que tendrán en el futuro algunas personas. Desengaños, nostalgias, sudores, pulverizados que intentan tapar el implacable olor del hospital.
Me invitaron a salir de Sephora. Eructé y de mí boca salió una nube multicolor que se elevó hasta el cielo.
Muy bueno! Pero ya vale tanto de entrar y salir no? jeje es broma.