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Entré en Burguer King silbando el himno de Riego.

Pedí juguetes, papeles y pegatinas. A cambio, me dieron una comida apestosa y una bebida hecha a base de agua y polvos.

Entre los objetos que había comprado destacaba una corona de papel dorado. Salí de Burguer King. En la esquina, había un pobre pidiendo limosna. Me acerqué a él y emulé a Alejandro:

-Tú pides como pobre. Yo te doy como rey.

Y puse mi corona en su cabeza y una grasienta hamburguesa en sus manos.

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