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Entré en Bershka. Me enamoré de una maniquí. Salí de Bershka. Volví a Bershka varias veces hasta que la maniquí me amó.

Salí de Bershka con mi maniquí de la mano. Al doblar la esquina, me miró y me dijo:

-¿Me amas?

Entonces, miré a sus ojos y ya no supe si era ella la maniquí a la que  amaba.

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