Dice Luis Eduardo Aute que la crisis va a desembocar en algo que tenga más que ver con el sentido de la vida. Es una frase que suena muy bien y que a los economistas les parecerá una estupidez. Sin embargo, tiene algo de razón. Las últimas noticias sobre estafas piramidales en Estados Unidos empiezan a sonarnos a chufla y a algo demasiado ajeno como para intentar entenderlo. La crisis económica está alejando día a día al ciudadano de la realidad que manejan los políticos y los grandes agentes del mercado. Es posible que Aute tenga razón. Es posible que para ser felices no necesitemos ser propietarios de la casa en la que vivimos, que no tengamos que cambiar de coche cada cinco años, que no necesitemos cenar por 50 euros todos los viernes o que debamos tener más que el vecino. Quizá, la solución a la crisis la tengamos cada uno dentro de nosotros. Frente a la gran crisis exterior nos queda la gran revolución interior.
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