Ayer estuvo en Zaragoza la ministra de ciencia e innovación. Algunos dicen que es discreta y otros que es invisible. Son formas de ver al vida, claro. Entre otras cosas, habló sobre el instituto del Cambio Climático que va a instalarse en Zaragoza. Leo la prensa de hoy y no entiendo nada. Analicemos con las preguntas básicas:
¿Qué? Un instituto para impulsar el análisis y la investigación del Cambio Climático en España. No entiendo nada. Es algo muy amplio.
¿Cómo? No se sabe nada. Ni cómo se adaptará el edificio. Eso suele costar mucho dinero, por cierto.
¿Dónde? En mitad del recinto de Ranillas, en el antiguo Pabellón de España. Visto lo visto, será una pica en Flandes
¿Por qué? Porque el cambio climático es la profecía moderna. Una religión de obligada creencia. A los que no creen en ella los llaman «negacionistas».
¿Quién? No se sabe. Se va a buscar alguien de nivel internacional para que lo dirija.
¿Cuándo? Aquí llega lo bueno. Dijo la ministra discreta que será en este año. Viendo la respuesta a las preguntas, creo que nos ha vendido una moto muy gorda y mucho, mucho humo. ¿Quieren apostar?
¿Y cuanta pasta nos costara?