Ahí va una lista de virtudes que debemos aprender: saber perder, saber ganar, saber amar a tu país y también a tu bandera, saber enterrar los prejuicios, creer en la igualdad entre los seres humanos, creer en la democracia como sistema de convivencia que nos hemos dado, ser constructivos, no autodestructivos, ser elegantes y serviciales, saber prometer, saber cumplir, saber vender la moto, que, por cierto, a veces no viene nada mal. Además, saber reconocer los errores como propios, respetar a los que no piensan como tú, ofrecer ayuda cuando se necesita y ser, a fin de cuentas, patriotas en un sentido normal, que no suene a fascismo ni a nada del pasado y, para terminar, no envenenar a las generaciones jóvenes con historias de odios pasados.
Es una buena lista, la verdad. ¿De quién podríamos tomar ejemplo?
si nos preocupasemos más de los problemas presentes y futuros, otro gallo nos cantaria, tenemos una gran parte de nuestra juventud que les están inculcando, odio y rencor, y todos sabemos quienes son los que los adoctrinan, están en algunos partidos y organizaciones que buscan el ruido para recoger las nueces.