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Al alcalde de Barcelona se le ha ocurrido hacer una consulta para ver si se mete a hacer obras en la diagonal y pone unos bulevares interesantísimos. Al alcalde de Barcelona, la idea le ha salido rana. No ha ido a votar ni el tato y los que sí que han ido le han dicho masivamente que deje la diagonal como está. El señor Hereu, el mismo que quiere llevarse las olimpiadas de invierno, ha tenido que cesar al primer teniente de alcalde. ¿Se imaginan que a nosotros nos hubieran preguntado por los barcos del Ebro o por el tranvía? Por lo menos hubiera sido un detalle. ¿Qué creen que hubiera pasado? Los políticos tienen el deber de decidir por nosotros. Además, ellos creen que saben hacerlo mejor que nadie, así que casi nunca preguntan. Preguntar, en política, es de cobardes. Tal y como está el sistema, las urnas son las únicas que tienen la capacidad de preguntar en condiciones.

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