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Las mujeres de bronce de las fuentes -esculturas sí, pero mujeres al fin y al cabo- no dejan de hablarse en la fuente que da nombre al barrio.
Don Leocadio lo sabe y, a veces, pasea por ahí y charla con ellas.
Se dice que anda enamorado de la que está sentada. Se dice en el Bar el Angel, donde echa la partida, claro.

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