Entré en Carrefour

Entré en Carrefour montado en mi elefante Anónimo.

Un señor con porra me dijo que debía meter a mi elefante en una bolsa de celofán por aquello de los robos.

-Usted verá- le dije.

El hombre de la porra vio y no venció. Me dirigí a la sección de frutería y hortalicería. Después fui a la caja 4 en la que siempre está la señorita Yolanda.

-Señorita Yolanda, acuda a caja 4- le dije con intención de ligar.

-Vete a la mierda- me respondió con intención de mandarme a la mierda.

-No tengo tarjeta cliente. No la quiero. No quiero llevarme chorizo de pavo en oferta. Tengo un elefante embalado. Te amo.

En silencio, pagué mi calabaza. Salí de Carrefour.

Entré en Fun & Basics

Entré en Fun & Basics con mi disfraz de Batman gris.

-Quiero complementos para este traje- le dije a la dependienta.

-Va a estar complicado -me respondíó- aquí vendemos complementos para mujeres. Además, usted tendrá alguien que le fabrique sus propios complementos…

-No tiene gracia. Yo no soy Batman. Soy un fulano disfrazado del Batman más rancio de la historia, por si no se ha dado cuenta. Cuando pego un puñetazo, en la pantalla se puede leer «BANG».

-Entiendo. Quizá este bolso negro le pegue con el traje.

-Creo que sí. Cóbremelo y, por favor, meta dentro todo el dinero que tiene en la caja.

Salí de Fun & Basics como un lobo vestido de cordero.

 

Entré en Bimba y Lola

Entré en Bimba y Lola a comprar un libro de partituras para mi zambomba.

Dos perritos deprimentes se acercaron a olisquearme. La dependienta me dijo:

-Perdónelos, están muy nerviosos. Mañana tienen que llevar los anillos en una boda.Es mucha responsabilidad para ellos.

-Esa boda no se producirá -respondí- conozco al novio y acaba de morir en un accidente de caza. Lo han confundido con un jabalí. Mire usted.

La pobre dependienta se puso a llorar de forma desconsolada y fue imposible hablar sobre mis partituras. Fue imposible también decirle que aquello era una broma.

Salí de Bimba y Lola determinado a dejar plantada en el altar a la hortera de mi novia.

Entré en Carolina Herrera

Entré en Carolina Herrera a comprar una alfombrilla para mi ratón.

-Estos productos selectos suelen ser muy exclusivos -me dijo la bellísima vendedora y sentí como si ella fuera una pluma de cisne y yo un cocotero.

La acompañé y me enseñó algunas alfombrillas. Mi ratón se merece todo. Gasté el sueldo de tres meses y medio en la alfombrilla y le dije a la vendedora:

-A fin de cuentas, esto es una inversión.

Salí de Carolina Herrera pensando que debería comprarme un ordenador.

Entré en Tous

Entré en Tous con una escopeta de caza de cañón doble.

-Buenos días. Quiero cazar un oso para alimentar a mi familia con sus entrañas y fabricar un abrigo para mi esposa con su pelo.

-Espere un momento.

Después de un rato, una encantadora señorita me hizo pasar a una máquina que se parecía mucho a un fotomatón.

-Cuándo vea pasar el oso que le gusta, dispare.

Vi pasar el oso que me gustaba y disparé.

Salí de Tous con mi oso muerto. Respiré y me sentí un hombre.

Entré en Women' Secret

Entré en Women’ Secret pensando en diminutivos y halterofilia.

-Quiero bragas.

-En ese stand tiene muchos modelos de braguitas para elegir. ¿Qué talla quería? ¿Para quién son?

-No me ha entendido. Quiero bragas. No braguitas. No sé que es un stand.

-¿Cómo dice?

-Quiero bragas. No braguitas. ¿Tienen bragas sí o no?

La dependienta no supo contestarme.

-Que venga la encargada.

La encargada vino. Era alta, bien parecida y educada.

-Quiero saber si ustedes venden bragas aquí.

Salí de Women’Secret. Sabía el secreto pero no se lo conté a nadie.