Las personas no nos diferenciamos mucho unas de otras. Quizá el color de la piel, la altura, el peso o el carácter. Pero, a fin de cuentas, nos parecemos todos mucho. Sangre por dentro. Inquietudes por fuera. Movimientos y tendencias hacia lo mismo. Búsqueda de sentido a las acciones y tendencia a la felicidad. Elegir lo bueno, rechazar lo que creemos malo. Las personas somos todas muy parecidas. Las lenguas son, en cambio, diferentes. También lo son los “territorios” porque son decorados artificiales con fronteras artificiales. Las nacionalidades también son muy diferentes unas de otras porque están llenas de complejos y colectivos matices. Hoy, el presidente Montilla –un cordobés metido a catalán- ha hablado en catalán en el Senado. Ha habido traductores a las otras lenguas minoritarias y a la lengua que todos entendemos. El senado ha visto hoy representado en sus nobles sillones una especie de sainete que podría titularse algo así como “Babel de andar por casa”. Dentro de un rato, El consejero de política territorial, Rogelio Silva -un gallego metido a aragonés- viene a explicarnos aquí por qué las comarcas son tan importantes, cuanto nos cuesta y qué pinta el PAR en Aragón y en España, además de otras cosas que pienso preguntarle. Con lo parecidos que somos todos… vaya líos nos buscamos.
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